julio 22, 2009

superNOVA

Estábamos conversando cerca a unas bancas, en un pequeño parque de la facultad. Reíamos con moderación y nos tratábamos con mucho respeto, aunque yo sabía que eso era en verdad desconfianza. Manolo estaba explicando como el espacio-tiempo podía ser deformado por grandes masas, masas como la de una estrella. Una estrella, dije, pero nadie me escuchó, mejor para mí y una sonrisa natural salió de mis recuerdos y preferí alejarme del grupo para disfrutar el momento.

Camine solo unos metros, me fijé un recuerdo, pero vinieron muchos, recordé muchas noches que me pasaba mirando las pocas estrellas de mi triste ciudad. Normalmente contaba 2 o 3 estrellas, mientras lo hacía, pensaba en Mili, que era mi amiga y aunque siempre le di su nombre a una de esas estrellas, un día la vi y no la reconocí hasta que dejé de preguntarme ¿es ella? Las otras estrellas eran para mis ilusiones amorosas, bueno por así decirlo al menos esa era mi idea de amor a los 16 años: "esta que brilla poco para ella y esta otra más pequeña para esta otra". Esos momentos en general eran buenos; no me preocupaba mi futuro ni si tenía que apurarme en conseguir enamorada. La primera a los 16, si que era raro.

El recuerdo se vio interrumpido por otro más perturbador, un reto a mi memoria, un desafío conmigo y mi ego defensor, que me ayuda a olvidar lo que no me conviene. Es ella? En esta universidad?. Vamos, no, no puede ser ella. Describo: ella sonreía con sus amigos mientras tomaban desayuno, tan natural, tan ella. Sé que no me vio, pero yo si a ella.

Ha pasado un año (no exacto claro) y solo sé como se llama, Carito, así le dicen sus amigos cada vez que voy a la biblioteca y la veo. El año pasado me interesaba, ahora no tanto, pero sigo sonriendo por dentro al verla, pues si no lo he dicho sigo sin conocerla. Sin conocer a Carito, la supernova la que me hizo olvidar mis estrellas.